Los monstruos (no) van debajo de la cama


por Ada Augello
febrero 13, 2024
En una pequeña sala, que parece haber sido un galpón para guardar fardos cosechados algunos veranos atrás, se monta una escena. Dos mujeres, una frente a un teclado y la otra frente a un micrófono, ven cómo la gente se acomoda en las gradas, bancos y sillas. Sus ojos sostienen una emoción que parece flotar en el espacio; hoy no se guardan pasturas de alfalfa y tampoco secretos
Teatro Casero es una sala para las artes escénicas que se encuentra camino a Lago Puelo. La obra que está por empezar la escribió la actriz y docente cordobesa Natalia Buyatti; traídos sus textos al sur en la dirección de Kevin Orellanes cuentan con la impactante actuación de Natalia Manuel y Mey Shaferstein. La puesta lleva a la absoluta apertura de los poros de la sensibilidad; cuenta los más de diez intentos que tiene Desdémona para relatar y cantar lo que no puede quitarse del cuerpo. Desdémona se desdobla por representar lo irrepresentable a pesar de la violencia impresa en su piel. Y todo el elenco busca “que lo que se vea, sean dos personas queribles y no dos personas devastadas”, confiesa Natalia Manuel.
La narrativa está acompañada por las luces de Verónica Lanza, el vestuario de Carla Romero y la musicalidad de la propia Mey, quien junto a Natalia retratan una ternura mayor a la crueldad que habita en Desdémona, una mujer sin edad que reincide en el fracaso de contar una historia de abusos que nunca le dejan de doler.
Buscar belleza en el dolor
Natalia hace teatro desde los ocho años y nunca le costó memorizar un guion, sin embargo, hubo un acto que no podía expresar. “Tardé una semana” dice aún sorprendida de sí misma, “porque no podía avanzar en la lectura y cuando la terminé sentí algo que no me había pasado jamás; hay textos que me enamoran, me apasionan y encantan. Pero éste no me pegó por ese lado, porque es un texto muy coloquial, pero hay algo de esas palabras…”.
Hubo partes del texto que estaban en sus labios pero le resultaban impronunciables. Entonces Mey tomó la guitarra -herramienta de su lenguaje- y le propuso imaginar “un campito de margaritas en primavera para cantar una canción que le guste”. Colocó la partitura de la obra delante de sus ojos, sonrió y le dijo: “ahora vamos a decir el texto pensando en el perfume de esas margaritas”.
Natalia recuerda haber elegido una canción de Fito Paez y recrearla con el guion de la obra. Se ríe mucho mientras me lo cuenta, y se le deslizan algunas lágrimas por el rostro. Transmite cierta ternura y fortaleza sólo vista en espacios donde la propia historia se entremezcla con la política, somos nosotras mismas y la frontera entre una y la otra se desdibuja. Le pregunto entonces sobre el dolor que representa Desdémona; imagino una búsqueda de reparación que no va a ser tal. Porque no hay nada que nos repare por completo. Es un dolor sobre el cauce de esa búsqueda, sin guion. Una vía libre que abre quizás una suerte de reparación.
A: ¿Cuál es el propósito de ese dolor?
N: “El dolor solo duele” dice Desdémona, “no tiene utilidad, el dolor queda impregnado en el cuerpo”. Cuando vos sos víctima de cualquier tipo de violencia, eso te acompaña toda la vida. El cuerpo no olvida. El cuerpo se manifiesta, como puede y subsiste. Es un cuerpo encarnando una subsistencia con un dolor adentro, que no se va a ir. Creo que cuando vos podés aceptar que ese dolor no se va a ir, que no querés negarlo, no querés taparlo, podés empezar a hacer reparaciones, que son subjetivas de cada individuo. Algunes tienen un hijo y eso les repara la vida. Algunas se matan y lo sienten como una reparación.
A: A veces, desde las grandes industrias, el teatro se ubica como un lenguaje para la dispersión y el entretenimiento. Ustedes con Los Monstruos invitan a otra cosa, ¿por qué?
N: Un poco visto desde el lenguaje, nosotros invitamos por muchos motivos. Primero es una militancia. Segundo porque dicho de una manera estética y en un ámbito cuidado, desde este lugar de amoridad profunda se puede traficar, se puede transitar, ¿no? No se pone todo tan negro. Yo tengo la convicción y creo que por eso sigo viva, de que las cosas se pueden cambiar. Esta sociedad puede ser un poquito mejor. Eso depende de cada uno de nosotros, no hay nadie que pueda venir a cambiar esta sociedad de arriba. Somos nosotros los que podemos hacer algo.
La conversación con Natalia es interrumpida por una gata que se pasea por nuestras piernas. La moza de la cafetería nos pregunta si nos molesta y le decimos que no. Entre risas pienso en las múltiples posibilidades que nos brinda el arte para transitar la vida en sociedad.
Dice Natalia: Esta puesta en escena, como varias que venimos produciendo en Teatro Casero últimamente, tienen la perspectiva de que la obra la completa el espectador. Siempre pasa esto: sin público no hay teatro, no es unilateral. Pero hay puestas en las que el público está más en el estado de espectador, de ver cómo algo pasa delante suyo, y hay otras puestas en las que se invita al público a formar parte de lo que se está narrando y de la historia que se está contando”.
A: ¿Cómo tramitás vos la cercanía con la gente?
N: Depende del público. No lo puedo tramitar de la misma manera siempre. Cuando el público se ríe, no es lo mismo que cuando no se ríe y cuando llora no es lo mismo que cuando no. Está vivo y siempre es diferente. La letra es la misma, pero cada palabra se transmite de otra manera según cómo esté el público. Nuestra tarea más allá de la música, del texto, de las luces, de los aspectos técnicos del teatro, es estar esponjas. Eso es lo que nos proponemos: estar en el presente puro esponjas entre nosotras, con el texto, con la respiración. Por eso el público está tan cerquita. No es lo mismo tener una barrera negra y saber que allá hay público, que sentir los mocos caer. En particular para esta puesta, se termina de habitar y se termina de darle calidad a la función desde el público. Nosotras tomamos lo que el público nos devuelve, es lo que sucede en el entre de los cuerpos, de los nuestros y los que están en el espectáculo.
Entre el arte y la Educación Sexual
La obra expone sensibilidades no tan exploradas en el lenguaje; son dos cuerpos puestos al servicio de encarnar uno de los dolores más profundos que pueden vivir las infancias. Asimismo, invita a una reflexión sumamente incómoda; ¿Cuál es el rol que ocupamos como sociedad ante el horror? ¿Cómo evitamos el dolor?
“Me parece que es para adultos porque la realidad es que en el presente puro los únicos que podemos aportar nuestro granito de arena, somos los adultos” afirma Natalia como actriz, docente y también madre. En el proceso creativo de Los Monstruos, la obra tuvo una primera hipótesis y resultó indigesta. El elenco la reversionó y a medida que se presenta encuentra nuevas formas del decir que apelan al sentimiento más crudo. “La tarea es poner en escena estos temas que nadie quiere escuchar, ni hablar, ni escribir, ni nada” confiesa Natalia mientras evoca “algo de la estética, de la belleza de la intervención de la música que no va acompañando al texto, sino que es ese texto siendo música”.
La obra devino entonces en un tratamiento sonoro, algo parecido a una hipótesis de concierto, “de recital donde no importa si tomás agua o no” resume la actriz. Y agrega que “no importan los errores técnicos, es lo de menos. Mientras sigamos cantando, sigamos produciendo sonido, sigamos acariciando con estas palabras, sigamos en contacto con el público”. La musicalidad que las intérpretes crean las acompaña tanto a ellas como al público y, para Natalia, contribuye al acto de “buscar y encontrar la belleza en la podredumbre”. La ruina de mí misma, que es el título original de la obra, es dolorosa. “Entonces por eso, sin quitarle espesura y sin negar lo que dicen esas palabras, decidimos ablandarla desde la actuación, de que lo que se vea sean dos personas queribles y no dos personas devastadas. Esa fue la diferencia actoral”.
En Argentina, 1 de cada 10 mujeres adultas -de 18 a 49 años- declara haber sufrido violencia sexual durante su infancia (MICS 2019- 2020). Entre 2020 y 2021 se registraron 3.219 niñas, niños y adolescentes víctimas de violencia sexual. De ese total, un 77% eran niñas. El 36,2% de los casos de violencia sexual contra niñas, niños y adolescentes sucedió en el hogar, y el 3,4% en la vivienda de un familiar. La violencia sexual contra niñas, niños y adolescentes es una de las peores formas de violencia y constituye una grave violación de los derechos humanos. Las infancias víctimas de violencia sexual pueden sufrir daños irreparables en diversos ámbitos de su vida y en su bienestar presente y futuro. La protección de niñas y niños contra toda forma de violencia, maltrato y abuso es un derecho fundamental garantizado por la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN) y por otras normas internacionales de derechos humanos. A la vez, es obligación de todos los Estados garantizar integralmente dicha protección.
Debido a que la mayoría de las situaciones se producen dentro del entorno familiar o cercano, muchos casos no son detectados ni denunciados. Por el contrario, se mantienen ocultos y/o silenciados, por lo que los datos mencionados solo representan un piso mínimo en la problemática de la violencia sexual contra niñas y niños.
1 Guía de buenas prácticas para el abordaje de niños/as adolescentes víctimas o testigos de abuso sexual y otros delitos. Protección de sus derechos, acceso a la justicia y obtención de pruebas válidas para el proceso. Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF). Octubre 2023
Los Monstruos constituye una apuesta a la reflexión colectiva y social. Hecha desde un “estado de amor puro” retrata Natalia, “porque con Mey nos ponemos detrás de esos micrófonos y lo único que tenemos para dar es amor. No tenemos otra cosa, no sabemos hacer otra cosa, entonces yo creo que esa es la reparación”. Suma que no va cambiar lo que vivieron aquellas víctimas y tampoco va a hacer que el mundo sea más justo. “Pero sí es un hilo del que empezar a destejer para tejer algo nuevo. Primero hay que decir las cosas, hay que nombrar. Tocar fondo y después sí, vamos a armar red y vamos a tejer juntas y juntes”.
- Últimas Noticias
El fuego avanza, la caza de brujas también
Mientras el fuego avanza sin dar tregua por Mallín Ahogado, también avanza la persecución judicial contra brigadistas voluntarios y voluntarias.
Leer másDespués de 18 años, los cuatro acusados en el juicio por Otoño Uriarte son culpables: qué dice la sentencia y la palabra de su padre
Hay una palabra que se repite entre los familiares y las amigas de Otoño Uriarte tras escuchar la sentencia del juicio que se demoró 18 años en llegar: alivio. Saben que no es justicia, que una condena no la trae a Otoño de vuelta, pero también saben que la lucha de casi dos décadas no fue en vano.
Leer másLa confluencia: de los ríos, el fuego y la comunidad
El pasado 30 de enero el Servicio de Prevención y Lucha contra Incendios Forestales detectó una columna de humo en un sector denominado Loma de los Piches, cercano a la confluencia de los ríos Blanco y Azul, en el paraje de Mallín Ahogado. El fuego avanzó rápidamente en dirección este y, llevado por las extremas condiciones meteorológicas, se propagó en múltiples focos secundarios que avanzaron hacia Mallín del Medio, recorriendo alrededor de nueve kilómetros.
Leer más