¡Vamos las banditas!


por Francisco Husiman
febrero 16, 2024
La escena se repite dos días diferentes en dos bares de El Bolsón en los que tocan bandas. Un escenario. Luces de colores, silencio expectante. El baterista que empieza con el un, do, tre, cuá y como una piña en la mandíbula se suma el resto de los que están sobre la tarima: guitarras, piano, voces. La música está en el aire. El público que está adentro sonríe y mueve los pies a ritmo. Pero lo interesante es lo que pasa con los que ingresan al bar de casualidad, llamados por la música: atraviesan la puerta, giran hacia el escenario y ahí sí, la sorpresa absoluta, porque detrás de las guitarras, el piano, la batería hay chicos y chicas de entre 10 y 15 años. Son el presente y el futuro del rock en la Comarca. Son Fackturados y Sexto sentido. Y acá te los presentamos.
Fackturados

La Estación está llena de gente. Son las primeras noches cálidas del verano y todos aprovechan para salir un rato. Alguno come una pizza, otro una arepa. Está anunciado que a las 22 toca Didymo. Pero apenas son las nueve de la noche y ya se escuchan instrumentos sobre el escenario. La música convoca. La música llama a los transeúntes como la luz a las polillas. La música suena. Y suena bien. Y adentro empieza a suceder ese fenómeno que describimos en el primer párrafo. Al buscar el origen de esos acordes, la fuente del sonido, el público entra, pinta en mano, y mira hacia el escenario, a la altura donde debería haber cuatro, cinco músicos, pero ahí no hay nada. Recién cuando miran un poco más abajo, medio metro, cuarenta centímetros, aparecen los integrantes de Fackturados, vista al frente, actitud rock, sonido envolvente, cadencia atrapante, complicidad de toda una vida compartida. Son Helena y León Urquiza, Iñaki Guevara, Ciro Durand y Manu Huisman, y los une la amistad de siempre. Hermanos del corazón, como lo dirán en algún momento.
El recital sucede vertiginoso. Es su segunda presentación y en veinticinco minutos arrasaron con todo. La única manera de silenciar los gritos de “otra, otra, otra”, fue repasando dos veces sus cinco temas propios. Canciones con estribillos, canciones que prometen ser hits, canciones con letras y riffs que quedan dando vueltas en el cerebro un buen rato: “tengo la mente trabada / cada día pienso en eso”; o “en el árbol de las ideas / decidí hacer caer unas hojas / para que broten en primavera / las que quedan”… Fua.
Dice León: “Nos conocemos de toda la vida. Siempre desde chiquitos agarrábamos cualquier cosa y hacíamos que tocábamos un instrumento y poníamos un tema de fondo y rockeábamos, hasta hoy, que tocamos instrumentos reales y no lo podemos creer.
Y agrega Iñaki: “Empezamos con la banda y no sabíamos mucho qué hacer. Cada uno tocaba su instrumento pero la banda no estaba totalmente armada. Entonces empezamos a ir con un profesor, Santiago Bongiorno, que nos ayudó y nos integró como banda”. Y Helena: “Empezamos haciendo covers, sí. De El mató un policía motorizado, Fito Páez, Charly García pero enseguida empezamos a hacer nuestras canciones”. Y completa Manu: “A veces pasa que tenemos la melodía antes que las letras y otras veces es al revés. Pero de a poco y con la ayuda de Santi las vamos armando. Las letras tratan sobre diferentes cosas. Muchas veces descubrimos el significado después de que ya está hecha la canción. Hay letras tristes o trágicas con música alegre. Es raro”. Entre los cinco existe un grado de complicidad difícil de encontrar, cultivado tal vez por cientas de pijamadas, miles de tardes en las casas de alguno u otro, decenas de campamentos, partidos de fútbol, caminatas y ríos y lagos. Son, de hecho, los chicos que inspiraron la canción de Didymo: “Nuestros hijos se hicieron amigos / entre ellos reina la amistad / cada vez que se van / se ponen a llorar”.
De pronto empiezan a nombrar las bandas que formaron antes de ser Fackturados. Ellos con cinco, seis años, sin saber tocar un instrumento, pero ahí ya estaba Hacete caca encima. O Los chanchos del infierno. O, ya más grandes: Tres argentinos, un emo y un colombiano. Después, como dice Ciro: “Estábamos en este mismo lugar, en este mismo jardín pensando nombres para la banda. Yo dije Quebrados, y a Manu se le ocurrió Fracturados. Y después fue mutando hasta ser Fackturados. No significa nada”.
Sexto sentido

Sexto sentido está conformado por Francesca De Lisi en piano, Valentin Luca Frank Espinoza en guitarra, Emma Trungadi Zárate en voz y guitarra de acompañamiento, Emilia Saba en bajo y Sabino De Giovanni en batería. Acaban de terminar de tocar y están sentados en una mesa en la que hay botellas de jugo y canastas con galletitas. Están agitados y contentos y comentan entre ellos distintos momentos del recital que acaban de dar. Hicieron canciones de Spinetta y de Cerati, de Charly García y de Queen, de Pescado Rabioso y de los Red Hot Chilli Peppers. Las hicieron perfectas, con la precisión justa de la base rítmica, con la electricidad y la pulsión de la guitarra, con la polenta de la voz de Emma. Un viaje musical por las canciones que escuchan ellos y también sus padres y madres.
Como cuenta Emma, se conocieron en la escuela: “Nos conocimos porque cuatro de nosotros íbamos a la misma escuela. Al principio la banda estaba formada por Fran, Valen y Sabi y otra chica más. La chica en un momento se fue y Sabi me preguntó en plena clase: ‘¿querés ser la cantante de Sexto sentido?’. Así fue como empezamos y con el tiempo nos dimos cuenta de que queríamos un bajo, entonces llamamos a Emilia, que venía de la Agrotécnica y se convirtió en una parte muy importante”.
Emilia completa la historia: “Yo iba a clases de bajo y mi profe me dijo ‘che, Emi, yo sé que estás interesada en tener una banda y yo conozco a un par de chicos que les falta un o una bajista, si querés les puedo pasar tu número’. Yo le dije que de una, y un día me escribió el guitarrista, Valentín: ‘vení a la banda’ y ahora son lo mejor que me pasó en la vida”.
Por detrás de la soltura y el talento en el escenario hay mucho trabajo y estudio. Los cinco chicos y chicas estudian su instrumento y además suelen ensayar por lo menos una vez por semana para seguir sacando temas. Dice Francesca: “Yo toco piano clásico y cuando empecé con la banda tuve que adaptarme al rock, porque fue difícil”. Emma estudia canto y guitarra: “yo desde chica quería tener una banda, así que desde siempre estuve tratando de aprender y de engancharme y siempre me apliqué mucho en lo que estudiaba”. Sabino estudia batería “desde los cinco años, más o menos. Siempre me gustó. Nunca estudié ningún género fijo, pero como mi papá es músico yo de chiquito me imaginaba estar tocando con él, como si fuera una banda. Siempre me gustó esa idea de tocar con alguien más”. Y Emilia, la bajista, completa: “Yo estudio bajo y también mi sueño desde chica era tener una banda. Era mi mayor deseo. Si se me cumplía ese deseo yo ya estaba, ya podía decir que tenía una banda y era la persona más feliz del mundo. Y en efecto ahora lo soy”.
La alegría de formar parte de Sexto sentido se les nota en la cara, en los gestos, ahora mientras hablamos en el camarín improvisado, pero sobre todo cuando están bajo las luces azules y rojas del escenario, entre los aplausos y los gritos del público. Cada uno con su instrumento en la mano, concentración absoluta, miradas cómplices y otra vez: un, dó, tré, cuá. Y todo empieza una vez más.
“El nombre de la banda salió porque imaginamos que uno tiene los cinco sentidos y el sexto sentido podría ser la música. Y en su momento cuando hicimos la banda, estábamos en sexto grado, así que tenía sentido también”, dice Valentín. Y Emma completa: “La idea principal fue esa, la de la música como sentido”. Y vaya si lo tienen desarrollado.
“Yo creo que tal vez la próxima meta podría ser empezar a hacer nuestros temas propios. Hasta ahora nunca habíamos pensado eso, siempre habíamos hecho temas de otras personas y esa es una buena meta”, dice Valentín sobre el futuro. Y agrega Emma: “Para mí también empezar a hacer temas propios sería como subir un escalón más que atraería más público y sería más original, aunque amo tocar covers. Y nos daría un empujón para ser más famosos”. La idea del futuro resuena entre todos los integrantes de la banda. Por que futuro es lo que les sobra. Dice Francesca: “Sí, yo creo que todos tenemos planeado crecer como banda, pero no se puede crecer demasiado haciendo covers. La idea es ir sacando, ir probando y pensar algunos temas”. Y Sabino termina de redondear la idea: “Yo también le veo futuro a eso de seguir creciendo de a poco, como venimos ahora. Como la mayoría de las bandas, empezamos siendo teloneros, y esto de tener nuestra propia fecha nos parece un montón”.
Toman un trago de gaseosa. La noche está por terminar. Emma se acerca al grabador y mirando fijo, concentrada, arranca: “Para todos los pibes y pibas que están ahí afuera diciendo ‘uh, me encanta mi instrumento, me encanta cantar’, para todos los que dicen ‘uh, ojalá algún día tenga mi banda’: animate siempre, que si te dedicás, si le ponés todo el esfuerzo, sangre, sudor y lágrimas, creeme que en algún momento se te va a dar y creeme que va a ser algo buenísimo”.
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