Buenas, ¿cómo andan? Bienvenidos y bienvenidas a una nueva Ñus Cultural de la Comarca Andina. El otro día hablábamos con un amigo sobre cómo será vivir en algún lugar sin estaciones ni inflación ni un presidente sociópata. ¿De qué se hablará en las colas de los supermercados, si no se habla del clima ni de los precios?, ¿qué se mirará en el teléfono si no hay memes de Milei ni el pronóstico extendido para ver qué planes nos depararán los próximos días?, ¿qué comentarán ahí acostados en la arena esos pobres brasileños, mientras los precios no suben y cada día es igual al anterior: sol, agua tibia, Skol helada? Igual lo de las estaciones es algo hermoso, tan distintas entre sí y a la vez tan similar el ciclo anual: la primavera de lluvias y vientos, los días que empiezan a estirarse hacia fin de año, el verano que arranca en serio a mediados de enero, febrero explotado de sol y calor, el otoño que lo decreta de pronto el primer álamo amarillo, las chaquetas que sobrevuelan a ras del piso, el sauce que empieza a escupir, y entonces todo se pone rojo y naranja y no llegás a acostumbrarte que el 25 de mayo cae la primera nevada sobre los cerros y un poco más abajo también y ahí sí, el invierno de la lluvia y el barro eterno. En fin, vamos a lo nuestro.