Por Tatiana Fernández, Santos Pamela Camara y Ada Augello
Esta nota fue escrita en el marco de la cobertura colaborativa del 8M junto a La Sirena

En la plaza central de El Bolsón, el cielo anuncia una leve lluvia mientras distintas rondas de mujeres y disidencias se encuentran, cubiertas con abrigos y camperas resistentes al agua. Entre mate y mate llegan otras que se abrazan porque parece que hace tiempo que no se cruzan, o quizás es ese abrazo el que puede dar la fuerza y seguridad que se necesita en este momento. Otras se sonríen y se saludan con la complicidad de integrar una agrupación, un espacio de trabajo, un equipo de volley, de fútbol.
Una mujer desenreda banderines verdes que teñirán la plaza de derechos. Nunca estuvieron tan amenazadas las conquistas que supimos conseguir, mientras el bolsillo aprieta. Las distintas rondas se hacen una sola que se prepara para la lectura del documento, las nubes nos regalan un efecto de luz focal y cuando se escuchan las primeras palabras se empieza a sentir también un suave goteo de lluvia.
“Nosotras y nosotres, nombradas y nombrades por quienes somos, nos volcamos a las calles y plazas de la Comarca Andina, para movilizarnos en rechazo al Decreto de Necesidad y Urgencia 70/2023 impuesto por Milei y al Protocolo Represivo de Patricia Bullrich. En nuestro nombre no van a saquear, vender y violentar cuerpos y territorios”, lee una compañera. En el mismo sentido se alza la voz de una referente mapuche que propone frenar la involución que propone el gobierno y resignificar nuestro territorio “no como un slogan, una consigna que cierra con alambre la chacrita de cada unx, sino en el sentido real, el que aún nos permita caminar por tierra antigua, en equilibrio, porque allí nos sanamos, nos ordenamos y fortalecemos.”

“A nuestra libertad no la gobierna el mercado. La casta no somos nosotras y nosotres. Somos las trabajadoras formales e informales, jubilades, cocineras comunitarias, docentes, trabajadoras de la tierra, quienes cuidamos a personas enfermas o con discapacidad, trabajadoras de casas particulares y tantas otras quienes pagamos el ajuste y la crisis de empobrecimiento que nos atraviesa cada día vulnerando nuestras condiciones de vida”.
“A nuestra libertad no la gobierna el mercado. La casta no somos nosotras y nosotres”.
En el gris del día resaltan colores púrpuras y verdes en bufandas, pilotos, sweaters, en los pañuelos amarrados en las muñecas y atados en las mochilas. De la marea que reunirá a 3000 mujeres y disidencias, van emergiendo cada vez más puntos fucsias, son las pelucas de las socorristas que siempre están. En este encuentro, el glitter pasó a ser un producto de lujo.
“Las libertades son nuestras. La libertad es poder alimentarse, poder estudiar, acceder a la salud pública y a jubilaciones dignas. Las ollas están vacías, en los comedores y merenderos no hay alimentos. Hay 3.000.000 de pibxs con hambre. 50.000 comedores sin alimentos”, continúa el documento.

El sonido de tambores se hace cada vez más presente, compañeras bailan y se anuncia el inicio de la marcha que recorrerá más de 10 cuadras al canto de “mujer, escucha, únete a la lucha”. Encabeza la movilización una bandera de arrastre color verde, con letras blancas y un puño similar al símbolo de la mujer en color violeta, sobre la tela se lee escrito a mano “ni un paso atrás, no al DNU y al protocolo represivo, la urgencia es el hambre”.
En una de las calles que rodea al Hospital de El Bolsón, se desaceleran los pasos y las Activistas Contra la Violencia Obstétrica (ACVO) ingresan dentro de una ronda de murga porteña. Están envueltas en una sábana blanca y poco a poco, al tiempo que los platillos de La Murga De las pibas disminuyen su intensidad, se desenredan. Al desplegar la sábana se lee en letras rojas “la violencia obstétrica es la puerta al patriarcado”. Mariana y Lola, integrantes de ACVO, se toman unos minutos para reflexionar sobre la fecha.
“En este contexto es importante parar y detener y volver a pensar el rol de la mujer y las disidencias. El rol del feminismo en esta coyuntura, porque hay un panorama muy oscuro a nivel político partidario donde parece que hay un retroceso en relación a la conquista de derechos. Eso en general. Y además, esta crisis socioeconómica afecta sobre todo a las mujeres y disidencias que son cabeza de familia y sostenedoras” sostiene con firmeza Mariana.
“En este contexto es importante parar y detener y volver a pensar el rol de la mujer y las disidencias. El rol del feminismo en esta coyuntura, porque hay un panorama muy oscuro a nivel político partidario donde parece que hay un retroceso en relación a la conquista de derechos. Eso en general. Y además, esta crisis socioeconómica afecta sobre todo a las mujeres y disidencias que son cabeza de familia y sostenedoras” sostiene con firmeza Mariana.
“Paramos porque históricamente nos violentan, nos violan, nos asesinan y estamos cansadas, hartas. Y marchamos y paramos por las que no están y por las que vienen”, agrega Lola.

Las luchas continúan, el violeta seguirá siendo para la libertad de mujeres y disidencias, y como indican carteles de autoconvocadas, el feminismo no puede pensarse sin justicia social.
La marcha avanza sobre las calles de la ciudad cordillerana, mientras que la noche paulatinamente se hace presente. Por momentos se callan los cánticos y reina un silencio profundo y reflexivo que es interrumpido por un nuevo grito. “¡Alerta!” evoca una de las cientos de mujeres y diversidades que hace suyo el espacio público. “Alerta que camina la lucha feminista por America Latina”, se escucha al unísono.
Al frío lo contrarresta el movimiento, la danza de los tambores y un arroz con leche protagonizado por Socorro Rosa Comarca Andina, una colectiva de acompañantes de abortos, que reinvidica la soberanía sobre el propio cuerpo frente a la iglesia católica de la localidad. “Encontrarnos en una lucha política y colectiva es súper importante” dice Vanesa, integrante del Socorro, “es la complicidad y ese aliento necesario para luchar y organizarnos más”.
“Ante este gobierno fascista que nos quiere sumisas y encerradas, volviendo a imponer cierta moralidad sobre nuestras cuerpas: paramos” afirma la activista socorrista.
“Ante este gobierno fascista que nos quiere sumisas y encerradas, volviendo a imponer cierta moralidad sobre nuestras cuerpas: paramos” afirma la activista socorrista. “La respuesta siempre va a ser que nuestras luchas no son individuales, son luchas colectivas. Paramos porque hay que defender la Ley 27610 y la decisión de poder construir nuestras propias vidas. Me emociona encontrarnos, abrazarnos, darnos fuerza y marcar agenda política: vamos a defender los derechos conquistados.”