Por un pueblo sin hambre

La Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Tierra presentó una nueva campaña bajo el nombre ‘La solidaridad vence’, dirigida a espacios socio-comunitarios que sostienen comedores y merenderos en la Comarca Andina. Desde la organización de ese otro campo que alimenta apuntan a colaborar con el abastecimiento de aquellos espacios que -en palabras de su delegado gremial- se dan “a la enorme tarea de luchar contra el hambre en los territorios”.
Mientras el otoño colorea los paisajes de la comarca, la Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Tierra (UTT) se organiza saltando charcos, metafórica y literalmente, para hacer llegar alimentos cooperativos y agroecológicos a los espacios de la sociedad civil que mantienen vigentes tareas de cuidados. Es una política de la organización de productores, productoras y campesinos hacia la sociedad en su conjunto, respondiendo al contexto de crisis económica y alimentaria que atravesamos como sociedad.
“El profundo ajuste económico que lleva adelante el gobierno nacional de la mano de la destrucción del Estado empuja a millones de argentinos y argentinas al hambre”, indicaron desde la UTT al dar a conocer su nueva campaña. De acuerdo a los cálculos de la Universidad Di Tella, la pobreza en la Argentina alcanzó en el primer trimestre del corriente año a 22,6 millones de personas. Dicho número da cuenta de que desde diciembre del año pasado, tras la asunción del nuevo gobierno nacional, se sumaron 3,2 millones de pobres en nuestro país. Desagregando la población, la pobreza afecta en mayor medida a mujeres, indígenas y afrodescendientes, y a las poblaciones rurales.
Según el último análisis de la CEPAL, la pobreza es multidimensional y conlleva graves consecuencias tanto en las trayectorias individuales de los individuos como en el conjunto de la sociedad, requiriendo un abordaje integral para su eliminación en toda la región latinoamericana. Durante el séptimo Foro sobre Desarrollo Sostenible que se celebró la CEPAL en el mes de abril, los países allí representados subrayaron la importancia de promover sistemas agroalimentarios sostenibles en la región con una mirada integral, multiactor y con enfoque de género y territorial, considerando todos los eslabones de la cadena.
La Argentina actual parece ir a contrapelo de aquellas recomendaciones que se postulan hacia un mundo más igualitario, amable con el ambiente y comprometido con las problemáticas de las sociedades actuales. Por caso, tanto el hambre como la pobreza son dos de las problemáticas que sobreviven al paso del tiempo y los gobiernos, aunque con algunos se acentúan más que con otros. En lo que va de la gestión del Gobierno nacional por parte de Javier Milei el índice de pobreza pasó del 49,5% en diciembre al 57,4% en enero, según las cifras publicadas el febrero pasado por la Universidad Católica Argentina (UCA).
“En esta situación, donde parece haber una propuesta de que el otro es parte del problema para nosotros y nosotras es al revés” argumenta Juan Pablo Acosta, “el otro y la otra, son parte de la solución”. Junto a la organización en la que es referente construyeron un corredor soberano de alimentos. Agustín Mavar, productor ovino de la comarca, amplía y profundiza “el camión llega a El Bolsón desde San Javier, habiendo cargado fruta de Centenario, descarga cebolla y otras verduras para cargar productos con agregado de valor y seguir hacia El Hoyo y Trevelín, donde vuelve a cargar y se dirige a Comodoro y Pico Truncado”. De esa manera como si fuera una hebra de la nada que recorre punto por punto un bastidor hasta ser un poncho, el abastecimiento de alimentos llega a muchos de los rincones de la patagonia.
Organizaciones como las de ese otro campo que alimenta, contrario al campo especulativo y devenido del modelo agro-extractivista, son las que dan respuesta al hambre y la miseria planificada. Espacios en los que se construyen otras relaciones sociales, basadas en el respeto mutuo y la construcción colectiva. A partir de la expansión de esos otros vínculos y formas de hacer comunidad es que en campañas como la actual se percibe otro modelo posible: uno donde la tierra, así como lo anunció el movimiento zapatista a principios de los años ‘90, es para quien la trabaja.
La frase que cierra al comunicado mediante el cual la UTT dió a conocer su campaña asegura que “es la solidaridad la que tiene que guiar la salida de esta crisis”. Muestra de ello son las palabras de Liliana Bilotti, socia fundadora de la Cooperativa La Merced LTDA con 23 años de desarrollo: “Estamos viviendo una situación bastante difícil, y creo que interconectarse entre cooperativas es fundamental y muy importante. Recibir una donación de alimentos es maravilloso, porque los costos han volado”.
De esta manera, la organización acercó alimentos a La Merced, cooperativa que posee una clínica médica y una casa de abuelos, donde las cocineras preparan diferentes menúes para quienes allí viven. En esta oportunidad con verduras que la UTT le comparte a modo de hacer cuerpo de un lema que respiran en cada acción ‘la salida es colectiva’.
La UTT construye nodos que se unen para abarcar lo más extensamente posible los territorios. Lleva y trae alimentos cultivados por manos campesinas, indígenas y familiares. Son alimentos cooperativos y también agroecológicos, se producen en sintonía con el cuidado de la tierra y el ambiente, para seguir cultivando el ciclo siguiente. Durante el invierno, cuando la semilla duerme bajo la helada escarcha, los nodos y almacenes comercializan mediante aquel corredor soberano alimentos de todo el país.
Las dinámicas del campo parecen lejanas a las dinámicas de la ciudad, pero no es tan así. Las ciudades son resultado de grandes migraciones del campo, y las prácticas agrícolas campesinas no han sido erradicadas de raíz: persisten en una cultura que late viva. Parte de esa recuperación de la cultura y saberes de antaño es cuestionar el consumo de alimentos actual. Las organizaciones campesinas invitan a preguntarnos qué es lo comemos, de dónde viene, y a qué economías fortalecemos con aquellos consumos.
Para hacer visible lo invisibilizado por los grandes poderes, y más aún en tiempos de preponderante individualismo la campaña ‘La solidaridad vence’ irá tildando de la larga lista de comedores, merenderos, casas tuteladas, centros de jubilados de nuestros territorios, espacios con los que fortaleza un vínculo de cuidado y sostenimiento colectivo.
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