La economía de los excluidos


Franco Andrés Trucco y Manuel Batista Vilches
julio 17, 2024
Entre lo formal y lo popular, la economía de los excluidos toma vida. La puntualidad y eficiencia productivista contrastan con variables como la calidez, la organización comunitaria y el valor social del trabajo. Cómo funciona esa otra economía, qué vínculos construye y cómo es posible sostenerla en comunidad.
Entre lo formal y lo popular
Nora, con sus manos agrietadas y su espalda recta como un ciprés, se dirige al primero de sus trabajos. En el recibidor, el reloj marca las 6:45, un frío recordatorio de la puntualidad que la modernidad impone. Entra, registra su llegada sin cruzar miradas con nadie, y se sumerge en una rutina de tareas calculadas para sacar cada gota de energía. Las condiciones no son las más felices, la visión de la empresa es maximizar las ganancias y reducir los costos, una maquinaria calculada que sacrifica el bienestar por la eficiencia.
A la tarde, Nora sale de su trabajo formal y camina hacia la parada de colectivo. Cuarenta minutos de espera de una pausa forzada le permiten respirar y preparar su mente para la segunda parte del día, ahí saluda vecinos de la localidad a medida que les ve caminando o los encuentra en la única línea del transporte público. Llega a la huerta comunitaria, un lugar donde el tiempo tiene otro ritmo y el valor de su trabajo también se mide en abrazos y charlas compartidas. Las semillas, antes provistas por el estado, le permitieron iniciarse en el oficio de trabajar la tierra. Las vecinas trabajan codo a codo, las grietas de sus manos se cubren de tierra mientras tejen lazos sociales entre familias que antes eran impensables.
En este espacio, el trabajo no se ve como una mera transacción económica, sino como una forma de construir comunidad. Aprenden cada día más sobre el oficio de cultivar y de a poco se animan a vincularse con los jóvenes que vienen desde lejos a El Bolsón a aprender en la universidad nacional sobre agroecología. Llevan alimentos frescos a su hogar mejorando su alimentación con el cariño y apoyo mutuo en cada bancal cultivado. No hay patrones que la castiguen por enfermar; en cambio, una red de personas dispuestas a sostenerla, a reemplazarla cuando fuera necesario, y a compartir el peso del trabajo, a tomar un mate para seguir tirando y preguntarse cómo están.
El contraste entre ambos trabajos de Nora es una reflexión viva de dos economías concretas, la economía formal de la industria tradicional -el trabajo asalariado-, y la economía popular que se construye desde la cultura del pueblo pobre y surge como consecuencia de la incapacidad del mercado para ofrecer un trabajo digno y bien remunerado.
¿Qué es la Economía Popular?
A partir de la década del 70’ se producen dos hechos concretos que van a transformar el mercado laboral. Por un lado, el ascenso y consolidación del sector rentista financiero como un nuevo grupo dominante de las relaciones económicas y sociales de la sociedad y, por otro lado, la instauración de un nuevo programa mundial en 1989 denominado “Consenso de Washington”, el cual va a asentar los fundamentos del neoliberalismo.
Este nuevo marco mundial va a estar caracterizado por la privatización de lo público, el achicamiento del Estado Nacional, la liberalización del mercado, la destrucción de la industria nacional, la reducción de las leyes laborales y la financiarización del capital, el cual va a tener por objetivo la retención de utilidades para reinvertirlas en el mercado financiero. Imponiendo así una rentabilidad a corto plazo provocando una fuerte presión en la disminución del salario real, y por consiguiente, el despido de trabajadores del sector formal de la industrial capitalista tradicional. En síntesis, el valor financiero comienza a imponerse por sobre el valor del trabajo, es decir, sobre el ingreso de los trabajadores y trabajadoras.
Este proceso, como mencionan los referentes políticos de Patria Grande y el Movimiento Evita, Juan Grabois y Emilio Persico, respectivamente, va a instalar una serie de modificaciones al interior de las sociedades con motivo del proceso neoliberal. Por un lado, encontramos una fractura en los derechos, las instituciones y las responsabilidades empresariales, obteniendo como resultado una reducción de los derechos laborales y el acceso a un trabajo formal, generando trabajadores informales y precarizados sin reconocimiento institucional y sin acceso a un salario digno, aportes, jubilaciones e indemnización por despido. Y por otro lado, este proceso va a provocar una crisis dentro del trabajo asalariado, es decir, las clases trabajadoras ofrecen su fuerza de trabajo pero nadie está dispuesto a comprarla y asegurar un salario digno, dejando de ser el trabajo asalariado la relación social predominante del sistema capitalista.
Ante esta situación donde el capitalismo global no tiene una perspectiva de integración, lo cual genera un excedente de población que no encuentra lugar en el trabajo asalariado, surge la economía popular.
Como definen Grabois y Persico, la economía popular es, en primer lugar, la economía de los excluidos, pues está conformada por todas las actividades que surgieron como consecuencia de la incapacidad del mercado para ofrecernos a todos un trabajo digno y bien remunerado como obreros en una fábrica o empresa. En ella se enmarcan los procesos económicos inmersos en la cultura popular, basados en medios de trabajo accesibles y el trabajo desprotegido.
Se trata de recuperar el trabajo como eje ordenador de la vida, como medio de existencia y como medio de socialización, reivindicando la capacidad productiva de los excluidos como también su identidad como trabajadores. Ante esta crisis del modelo asalariado de trabajo, los excluidos se inventaron su propio trabajo, sin capital y con los escasos medios de producción que disponen, como menciona la filósofa alemana Hannah Arendt, buscando reestructurar la vida social en los barrios populares sobre la base de recuperar la figura del trabajador-productor.
En palabras del economista Pablo Chena, la economía popular promueve la organización del poder popular para defender, reivindicar y valorizar un trabajo basado en saberes populares relacionados a oficios que, por su baja institucionalización, se encuentran desvalorizados socialmente, tanto por la economía de mercado como por el Estado.
Economía popular y local en El Bolsón
En este sentido, llama la atención el reciente acuerdo de la municipalidad con la cooperativa local de mujeres de Mallín Ahogado “Awka”, perteneciente al MTE (Movimiento de Trabajadores Excluidos). El acuerdo comprende la compra por parte del municipio de la ropa laboral que confeccionan desde la cooperativa en lugar de adquirirla por medio de grandes empresas, promoviendo que el dinero de los y las contribuyentes municipales permanezca dentro de la localidad.
Hechos como el mencionado, demuestran que la economía popular, la economía de los excluidos, es un actor económico y laboral con la capacidad de generar inclusión y mejoras en las condiciones de vida por medio del trabajo autoorganizado desde el subsuelo de la patria.
Para el crecimiento de dichas economías, es necesario el acompañamiento desde los diferentes niveles públicos, para su institucionalización, reconociendo el valor social y económico que generan para la localidad. Rescatando la importancia de que exista un estado presente acompañando las nuevas formas de trabajo, incluyendo al que existe, y suele ser excluido, para construir una Argentina más humana.
Ejemplos de estos apoyos, que contribuyen a otras formas de relaciones laborales y a la existencia de vidas dignas, es el Movimiento de Trabajadores Excluidos de El Bolsón (MTE). Nora, por suerte, vive cerca de una tierra que puede cultivar, y tuvo un estado presente que la acompañó en el inicio de su proyecto con herramientas y semillas.
Las políticas públicas que acompañaban la economía popular, como el Potenciar trabajo, con más de 450 trabajadoras y trabajadores agrupados en el MTE El Bolsón, o la SISU -desmantelada-, generaban cientos de miles de trabajos y obras en el país para la integración sociourbana de los barrios populares. Sólo en El Bolsón se financiaron y promovieron obras en 8 barrios por más de mil millones de pesos entre 2021 y 2023 y otros 7 barrios con obras por más de tres mil millones y medio.
El trabajo, o la propia realidad, no son un montón de números observados desde un excel. Allí no se refleja el cuidado de la vida en sus distintas formas: ni las vidas diversas del medio ambiente ni las humanas. El valor del trabajo se genera también mediante logros sociales, generando la inclusión y el acceso a las condiciones materiales de la población en su conjunto, como lo son la salud, el trabajo, la educación, y la preservación de los bienes comunes como el agua o el paisaje productivo.
Desde una mirada humana, es esperable la promoción de la participación ciudadana en las decisiones trascendentales de la vida social, desde la organización comunitaria. En ese mismo sentido, desde el MTE fue celebrada la promesa del gobierno municipal de implementar un Banco de Alimentos para comedores y merenderos. Sin embargo, no han tenido noticias al respecto. Por este motivo, fue presentado un pedido de informes preguntando cuál es la situación de los alimentos en general, y del Banco de Alimentos en particular.