Facultad tomada ¿Qué quieren les estudiantes?

En Argentina existen 57 universidades públicas, y 27 de ellas encuentran a varias de sus facultades tomadas. El reclamo es uno y absoluto: el rechazo al veto que el presidente Javier Milei impuso a la Ley de Financiamiento Universitario. Esta ley buscaba aumentar los fondos para las universidades públicas argentinas, pero fue bloqueada por el Congreso el 9 de octubre pasado.
Además, las universidades ya se encontraban reclamando por un incremento de al menos el 30% en su presupuesto para poder cubrir costos operativos y mejorar la infraestructura. Asimismo, también solicitaban un aumento en los salarios de los docentes y el personal administrativo para contrarrestar la inflación y mejorar la calidad educativa.
La sede andina de la Universidad de Río Negro (UNRN) se encuentra tomada por sus estudiantes luego de una asamblea interclaustros que así lo decidió.
Cuelgan banderas del cerco que la separa de la vereda y, del lado de adentro, la cocina, pasillos y patio son espacios de decisión continua. Las clases se continúan dictando, algunas dentro del edificio y otras afuera en el bulevar o la vereda

Octavio, estudiante de la licenciatura de Agroecología asegura que “dentro de lo que son estas políticas de ajuste que vienen involucradas con la negociación de una ley que es vetada, y luego diputados y legisladores se negocian de manera espuria para darle firmeza a ese veto, nosotros acompañamos la lucha estudiantil a lo largo y ancho del país”.
En ese sentido, el Frente Sindical de las Universidades Nacionales estableció un próximo paro para el jueves 17 de octubre. Por su parte, los y las estudiantes de la UNRN mantendrán la toma de su facultad, donde se dictan las carreras de Diseño Artístico Audiovisual y Agroecología junto a la tecnicatura de Producción Vegetal Orgánica, hasta el viernes a las 14, momento en el que se realizará un festival con feria y música en vivo.
La ocupación de las diferentes universidades del país manifiesta las tensiones y desafíos inherentes al acceso y la calidad de la educación superior en el país. Octavio explica que “acá es una cuestión por sobre todas las cosas presupuestaria, estamos abarcando la cuestión en términos de quita de derechos, y si vamos puntualmente a lo que es el presupuesto, que es lo que fue vetado, acá nos hemos encontrado con la falta de contra-cursadas para el segundo cuatrimestre, que retrasa los estudios por ejemplo”.
Darío, estudiante de la licenciatura en Diseño Artístico Audiovisual retrata la situación y resume: “a partir de la asamblea interclaustro en la que participaron docentes, estudiantes y no docentes decidimos tomar la universidad de manera abierta, digamos: una toma activa. Estamos acá para rechazar el veto y para defender la educación y la universidad pública”.
A sus palabras las complementa Octavio, al explicar que
“proponemos una toma con continuidad de las clases, porque nos parece que lo más importante es garantizar la continuidad. Sabemos que dependemos de cumplir con los programas y los planes de estudio que nosotros mismos decidimos llevar adelante, para formarnos académicamente y para ser profesionales en un futuro”.

En la Constitución Nacional de Argentina se establece el derecho a la educación como un derecho humano fundamental. En ese marco, las universidades públicas son un pilar esencial como garantes del acceso gratuito y masivo a la educación superior. Además, constituyen un factor elemental en la movilidad social ascendente.
Sin embargo, las tomas de universidades reflejan una realidad compleja donde este derecho se ve constantemente puesto a prueba, dado que no es la primera vez que resulta masiva en nuestro país.
La decisión por parte de las y los estudiantes evidencia las carencias y dificultades de un sistema educativo que es emblema a nivel internacional. Visibiliza demandas y ejerce presión sobre las autoridades para obtener respuestas concretas.
“Desde el primer momento que inició este gobierno la decisión que han tomado algunos compañeros fue la de volver a sus lugares de orígen”, cuenta Darío mientras circulan estudiantes, docentes y solidaridades por sede andina.
Octavio suma que “así como decimos con orgullo que caímos en la educación pública, hay compañeros que dejaron de asistir a clases porque cayeron en la deserción, básicamente porque no pueden sostener sus alquileres”.
Para muchos y muchas, la toma de las universidades es un acto de resistencia y defensa activa del derecho a la educación pública, gratuita y de calidad. Un ejercicio de participación democrática en las instituciones. Valentina, también estudiante de Agroecología dice que “juntarnos es algo que no estaba sucediendo, y afianzar un montón los vínculos entre nosotros y nosotras mismas es muy enriquecedor, y es algo que estaba faltando. También tenemos que juntarnos, dialogar y hablar de las cosas que no se hablan. Hacer cosas nuevas y usar la creatividad”.
Una mirada desde el presente, con memoria y hacia el futuro
Para Abril, estudiante de Agroecología e integrante de la huerta comunitaria La Huertota, “estas acciones son trascendentales porque nos invitan a organizarnos, a escucharnos, aprender de la organización colectiva, horizontal y autogestiva, con todas las herramientas de comunicación, sociales y espirituales que tenemos que desarrollar para construir en conjunto.”
Darío cuenta que la toma universitaria fue “principalmente una actitud de organización y de autocuidado”. Rememora que, “primeramente comenzamos a plantear el tema de las aulas, en los pasillos y en las asambleas, donde uno puede manifestar lo que está sucediendo y compartir opiniones. Entonces desde ese lugar, desde la construcción del diálogo se plantean instancias que tienen que ver con cómo afrontamos esta situación de manera conjunta. Porque nos atraviesa a todos”.
Octavio analiza más allá y dice: “sabemos que hay compañeros en toda la Patagonia que también están organizados y no podemos hacer oídos sordos, porque somos protagonistas de este reclamo”.
Abril reflexiona en torno a lo que se desprende de la definición de la asamblea interclaustros, dice que “es una manera de formación, una educación que nos vamos a poder llevar a otras instancias de la vida, en otros momentos, y que me parece vital para el mundo que yo creo que se viene.”
En ese mismo sentido, Valentina agrega que “la potencia es estar juntos, juntas y juntes, escucharnos y decidir qué vamos a hacer y tratar de llegar a un acuerdo y en ese acuerdo dialogar”.
Además, asume que “vamos a estar 24 horas acá y yo estoy re feliz de estar con mis compañeros y compañeras en esta institución, porque aprendo todo el tiempo de ellos y ellas. Eso tiene mucha fuerza e impulso para lo que se viene. Es parte de construir mejores formas, que sean sanas, para que todos y todas estemos bien y no nos falten las cosas básicas.”
De igual modo, consultado acerca de las articulaciones o expresiones de solidaridad de otros sectores de la sociedad, Octavio cuenta que “recibimos acompañamiento de sindicatos y gremios, también de la comunidad que nos ha donado alimentos, a sabiendas de que nosotros sacamos la olla a la vereda para aquel que no puede garantizarse su almuerzo pase y pueda tener derecho al alimento. Es algo por lo que luchamos dentro de lo que es la educación, el techo y el alimento”.
En la interseccionalidad de las luchas, Octavio se explaya “queremos acceso a la salud, también luchamos por eso, no es una una lucha de ahora, es algo que venimos advirtiendo hace rato y que el movimiento estudiantil viene de muchos años acompañando y fortaleciendo los lazos sociales.”

Universidad de los trabajadores
“Hoy creo que la oposición más organizada a todo este atropello dirigencial por parte del gobierno nacional, que también tiene su repercusiones y negociaciones dentro del ámbito provincial y municipal, somos nosotros”, expresa con solidez Octavio.
Con banderas que indican que la sede andina se encuentra tomada, y bancos en la vereda aguardando a una nueva clase abierta, Octavio profundiza en su mirada acerca de la realidad de quienes asisten a la universidad en estos territorios. “Somos estudiantes que forman parte de la economía informal”, detalla. “Algunos son parte de los movimientos de trabajadores excluidos, tenemos compañeros que laburan y están por fuera del esquema asalariado, eso se traduce realmente en que somos parte de la economía popular así como somos parte del sentido popular”.
Otra de las banderas, colgada de cara a la plaza principal de El Bolson indica “la educación no es esencial, esencial es luchar por ella”.
En resumen, puede decirse que las tomas de universidades subrayan la necesidad de un sistema educativo amplificado, sólido y participativo, en el que el derecho a la educación no sea una cáscara vacía o una promesa caduca, sino una realidad tangible para todos los sectores de la sociedad.
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