Manos para trabajar: el MTE se organiza para la reconstrucción de Mallín

Una mujer se arremanga y carga sobre el hombro un tronco que tiene casi el mismo tamaño que ella. Los muchachos se sobresaltan, piensan que puede caerse porque la mujer ya es abuela, su nieta anda correteando por ahí. Pero ella va firme, un paso delante de otro, a poner el poste en el pozo para reconstruir el alambrado de la casa de una vecina de Mallín Ahogado a la que el fuego le pasó muy cerca. Unos metros más abajo, los hogares de sus hijos fueron arrasados.
La primera tarea de la brigada conformada por militantes del MTE, pero también por voluntarios y voluntarias, vecinos y vecinas, fue empezar a alambrar las chacras. “En principio, lo que más nos piden es poder resguardar sus animales, los pocos que quedaron”, explica Paola Oyarzo, referenta de la organización social. “Hoy muchas familias no pueden pensar en la reconstrucción de sus casas porque todavía no saben, no estaba en los planes de nadie esto”, relata en el descanso de la jornada de trabajo en una de las chacras afectadas.

“Decidimos hacer estas cuadrillas para trabajar en las chacras de los damnificados”, dice Beti, integrante de la Rama Rural del MTE, vecina de la Pampa de Mallín Ahogado. De su mano cuelga el martillo que hace instantes utilizó para cerrar el corral de las ovejas que se había quemado. “El Estado está pero trayendo cosas nada más, nosotros no podemos solucionar todo pero ofrecemos manos para trabajar”, agrega.
“El Estado está pero trayendo cosas nada más, nosotros no podemos solucionar todo pero ofrecemos manos para trabajar”, dice Beti, integrante de la Rama Rural del MTE

Desde el primer día en que se inició el incendio en la zona de Wharton de Mallín Ahogado, el MTE se organizó para colaborar.
Primero en la línea de fuego, con la brigada que se formó a partir del incendio de la Rinconada Nahuelpan de 2021. En ese momento, recuerda Paola, “todos salimos a querer apagar el fuego, a salvar a la comunidad, y lo hicimos con lo que teníamos, ahí nos dimos cuenta de que es una tarea riesgosa”. Por eso se organizaron y empezaron a equiparse con ropa ignífuga, mochilas de agua y motosierras: “todo lo necesario para estar preparados para salir cada vez que surja”.
Luego, en el territorio se conformó una cuadrilla de relevamiento para conocer cuáles son las necesidades de las familias damnificadas y brindar un espacio de escucha ante la angustia que pesa en cada una de las historias de vida por donde el fuego arrasó. Este relevamiento, explica Paola, es la “herramienta” para “salir a pelearle al Estado que se hagan responsables de esto”.
Y las necesidades no son sólo materiales y los efectos del incendio se expanden como una mancha negra aún para quienes lograron salvar sus casas del fuego.
AUDIOVISUAL
Lo que el fuego nos dejó
Manos para trabajar: el MTE se organiza para la reconstrucción de Mallín
Melisa Alegría es vecina de Mallín, “mallinera”, se define. De familia materna y paterna oriunda de este lugar, ella también eligió la ruralidad para vivir. Es feriante y pedicura. El día del incendio, se encontraba vendiendo sus dulces y licores en la entrada de Wharton con muchas amigas a las que el fuego devoró sus casas. También las llamas consumieron las casas de sus pacientes en la Costa de Mallín Ahogado. “Yo ya estoy sin trabajo, no puedo feriar más porque donde teníamos nuestro lugar se prendió fuego. Mis pacientes ya no tienen casa. Lo que era temporada acá, ya no lo es. Somos muchas las familias que trabajamos en verano para poder subsistir en invierno y hoy ya no se puede hacer. Lo único que queda es ayudar al que perdió todo”, reflexiona. Su rostro está cubierto de hollín y sus ojos, de lágrimas.
Hay algo en lo que coincide con Beti: “estuvieron funcionarios municipales y de provincia sólo llenando papeles y nunca más aparecieron”.
Algunos minutos después de la una del mediodía, la dueña de casa sale con una olla entre sus manos y un delantal atado a su cintura. “¡A comer!” llama y una sonrisa se dibuja en su cara. Los voluntarios se arriman cansados. En el silencio del almuerzo, hay una certeza: el fuego no podrá con la alegría.
Las tareas de limpieza y reconstrucción de hogares afectados por los incendios continuarán en las próximas semanas. Quienes quieran sumarse a las cuadrillas pueden hacerlo comunicándose al 221 507358
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