Festival en la Escuela 103, por un abrazo a las infancias y un Mallín rural

Hubo canto mapuche, danza folclórica y bandas como No Somos Cuerdas, Simba Sango Mbiras y Cuentos, además de la presentación en vivo de Magdalena Fleitas.
El festival Abrazo a las Infancias fue organizado por la Escuela 103 Costa del Río Azul, la Escuela 118 Río de Los Sauces y el espacio de educación no formal “Pakarina”, con el fin de volver a encontrarse, desde un lugar alegre, con los chicos y las chicas que vivieron días muy difíciles durante los incendios que afectaron la zona. Porque muchas de las familias de la escuela tuvieron pérdidas de casas y chacras o estuvieron en situaciones de riesgo extremas, esta “era una manera de pasar todo eso que sufrimos de una forma más agradable”, cuenta Mariela Miremont sobre la organización del evento. “En la vorágine de lo que fue el fuego, las infancias fueron quizás el grupo etáreo menos mirado”, señala.

La escuela, ese refugio
Cloe, una niña que tendrá diez años, pinta delicadamente un pudú en la pared de las aulas externas de la escuela. El animal se junta con los demás personajes pensados por otros chicos y chicas. Son criaturas del bosque, que viven en él y lo cuidan.
“El mural habla del bosque que tanto cuidamos y que lamentablemente ha tenido muchas pérdidas”, dice Mariela. “Nos parecía importante trabajar el bosque y que aparecieran personajes que nos imaginamos que viven acá y lo cuidan”, asegura Paula Tuculet, la profesora de plástica que hace once años trabaja en la escuela.
En la pared que va tomando color, duendes y hadas conviven con un hombrecito con el cerebro de nubes, plantas y bichitos.
“La pintura es otro tipo de proceso, van pasando de un nivel de ansiedad a la concentración, a ponerse más introspectivos, respirar de otra manera. Ven que es necesario estar también en otra frecuencia, que no todo se puede hablar, no todo pasa por racionalizar. Lo emocional también pasa por lo que percibimos en el cuerpo y expresarlo desde otro lugar habilita a que eso se vaya trabajando”, explica la docente.

El retorno a la escuela, donde el fuego pasó cerca, fue un momento esperado por toda la comunidad educativa. “La escuela nos ordenó en este tiempo sin rutinas que se nos dio desde el 30 de enero, donde nadie sabía qué día era o a dónde tenía que ir”, cuenta la vicedirectora sobre el inicio del ciclo lectivo. “La escuela era un lugar seguro, de cuidados, que tenía que abrir sus puertas”, afirma.
Luego de que la escuela fuera utilizada como centro de recepción de donaciones para las familias damnificadas, el 19 de marzo los niños y niñas volvieron a las aulas.
Que Mallín siga siendo un paraje rural

“Por un Mallín rural”, reza el cierre del mensaje de convocatoria al festival de la 103. Mariela, la vicedirectora, explica que “en esta escuela uno de los pilares del proyecto pedagógico es agroecológica agropecuario, tenemos huerta, invernadero, un sendero interpretativo, hacemos chicha o jugo de manzana con las cosechas de otoño”. “Siempre está presente la vida rural dentro de la escuela, traída por las familias, por los saberes de las abuelas y los abuelos de los chicos”.
Hay una pregunta que se abre a medida que pasa el tiempo del incendio y los efectos se empiezan a visualizar: ¿está en riesgo esa ruralidad?
“Lo que vemos hace un tiempo es que las escuelas rurales están teniendo un vaciamiento, una pérdida de su territorio y eso es lo que más preocupa. Vemos ciertas amenazas”, asegura Mariela. Entre ellas, hay dos que preocupan a la comunidad educativa de la 103.
La primera, son los cambios en un plano catastral del terreno de la escuela fechado en 2024, que modifican los vigentes desde 1982. “Nos enteramos de manera informal de modificaciones sobre el plano catastral”, denunciaron las familias en un comunicado. Allí, se ve la “pérdida de hectáreas de la escuela para un loteo privado, la apertura de una calle, la desaparición del centro de salud y cambios en la carátula de la mensura en la que deja de aparecer el Consejo Provincial de Educación como propietario” y en su lugar estaría la Municipalidad de El Bolsón.
“Esta situación es preocupante ya que podría derivar en el uso inadecuado del terreno, perjudicando a la comunidad educativa y al proyecto rural”, señala el escrito. Al respecto, la vicedirectora de la escuela informó, en diálogo con La Tercera Puerta: “Hemos recibido una respuesta por parte del Ministerio de Educación que estamos analizando porque hay un lenguaje muy leguleyo que no terminamos de entender y tal vez se perciben algunas inconsistencias. Queremos estudiarlo bien. Ojalá sea todo una falsa noticia y sigamos teniendo nuestro predio completo”.
La segunda preocupación tiene que ver con el centro de salud. Desde la comunidad educativa pidieron “con urgencia” la reconstrucción de la sala de salud en la esquina donde funcionó siempre, “un lugar estratégico para todos los vecinos y vecinas de Mallín Ahogado”.
El festival, el encuentro, la solidaridad, el abrazo. Así la comunidad mallinera se levanta de la tragedia para cuidar el territorio y, en palabras de Mariela Miremont, “volver a creer en el Mallín rural que muchas y muchos elegimos”.
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